A identificar ricos que viven en barrios pobres: Bogotá prepara nuevo modelo de estratificación

31/05/2019

En 2020 existirá un nuevo modelo para definir los estratos. Primará la capacidad adquisitiva de los hogares sobre las características del entorno. Con esto se pretende ajustar la asignación de subsidios y reducir las brechas sociales.

En dos décadas Bogotá no solo pasó de ser una ciudad de casas a una urbe con prominentes edificios, también se convirtió en una capital con cambios socioeconómicos. A pesar de esto, el modelo que define el estrato de los hogares sigue siendo el mismo: se clasifican las manzanas de cada barrio según las características del entorno. Esto ha permitido que existan “ricos” que reciben subsidios por vivir en barrios de estratos bajos y pobres en barrios de ricos sin tener cómo subsistir. Por esta razón, el Distrito trabaja en una nueva propuesta para modificar la metodología de la estratificación y dejarle a la ciudad un modelo moderno y justo. Sin embargo, tiene el tiempo en contra y todo apunta a que la próxima administración tendrá en sus manos la decisión de implementarlo.

Antes de ahondar en el tema es clave saber que en el país existen desde 1994 cuatro métodos para definir los estratos del 1 al 6. Tres de ellas están asociadas con el tamaño del municipio (pequeño, mediano y grande) y hay una especial para Bogotá. La idea, en general, es identificar la capacidad de pago de sus habitantes. Sin embargo, a pesar de que en su momento fue efectiva, hoy tiene un problema: no permite analizar en detalle el poder adquisitivo de los hogares.

Por esta razón, la capital ha querido cambiar el modelo. Prueba de ello son los 10 intentos, entre estudios y convenios, que terminaron engavetados por no tener el aval del DANE. Pero esta vez el panorama parece diferente: la Secretaría de Planeación firmó en abril un convenio con esta entidad por $1.198 millones para definir antes de que termine el año el nuevo método de estratificación, que debe evaluar la capacidad de pago de cada hogar, para asignar los subsidios de una forma adecuada.

Con poder adquisitivo

Para ilustrar lo que ocurre hoy es suficiente tomar como ejemplo la localidad de Suba, donde hay hogares de todos los estratos. Allí se puede dar el caso de un barrio estrato dos, donde todos tienen acceso a subsidios, y en una misma manzana puede vivir una familia sostenida por un solo miembro que gana el mínimo y otra cuyos habitantes tienen trabajo mejor remunerado. En este caso los auxilios serían desequilibrados.

El director de estratificación de la Secretaría de Planeación, Ariel Carrero, explica que la idea es que el estrato no se asigne por manzanas, sino por predio. “Esto para disminuir los errores de inclusión y que los subsidios lleguen a los hogares que de verdad lo necesitan. Lo que tratamos es que haya coherencia entre la clasificación de los estratos y la capacidad de pago. Eso no ocurre hoy y, por ejemplo, en el entorno de Abastos viven el dueño de la bodega y el cotero. Ambos son de estrato bajo por el entorno, pero debería ser distinto”.

Este cambio también busca equilibrar la balanza entre los que reciben subsidios y los que contribuyen. De acuerdo con cifras de Planeación, en los estratos 1, 2 y 3 hay casi 1,3 millones de predios. Son muchos si se compara con los 457.680 predios que hay en los estratos 4, 5 y 6 (ver gráfico). Para cubrir los auxilios en servicios públicos que se les otorgan a los estratos bajos, se les debe cobrar un poco más a los estratos altos, al sector industrial y al comercial. Sin embargo, ese dinero no es suficiente y el Distrito debe desembolsar unos $70.000 millones al año para completar el aporte.

¿Cómo será el proceso de cambio?

Como el proceso apenas se puso en marcha, la primera tarea es la creación de un equipo interdisciplinario, conformado por economistas, abogados, estadísticos, sociólogos, psicólogos, ingenieros y administradores, entre otros profesionales. El grupo revisará la información disponible y definirá posibles modelos, para luego escoger el que mejor se adapte a las necesidades de la ciudad. De inmediato empezarán las simulaciones de impacto, para evidenciar los cambios que podría generar.

Lo único claro es que no se contempla la modificación de la escala de estratos del 1 al 6, pues para esto se debe surtir un trámite ante el Congreso. Según el secretario de Planeación, Andrés Ortiz, “los estratos no deben eliminarse, pero sí es urgente modificarlos, porque no pueden ir ligados únicamente a las características físicas del barrio y la vivienda. Deben tener también en cuenta los ingresos familiares, para que sea más justa y mejor focalizada la asignación de los subsidios de servicios públicos. Cuando los estratos se atan al territorio y a sectores de la ciudad, generan inmovilidad social y segregación territorial”.

Esto significa que para definir el estrato de un sector ya no será importante si la vía principal está pavimentada o hay acceso a servicios, sino las variables catastrales, es decir, las características físicas de cada vivienda. Según Carrero, esta es la información más abundante y actualizada sobre los hogares: “En las variables catastrales se detallan, por ejemplo, cómo son los baños, la cocina y las áreas construidas en la casa, entre otras”.

Un último tema que busca impactar este proyecto es la reducción de las brechas sociales y cambiar los imaginarios colectivos que discriminan por estrato. Hoy, esta clasificación social se ha extendido a otros escenarios y ahora se aplica para la libreta militar, las matrículas universitarias y otros trámites.

Antonio José Avendaño, subsecretario de Información y Estudios Estratégicos de Planeación, afirma que “ese tipo de escenarios marcan a la gente y así surgen los imaginarios de que los de estrato 1 se comportan de una forma y los de estrato 6 de otra, o que un barrio de estrato bajo es peligroso y los de estrato alto son bonitos. Es más, aparecen frases como ‘Se le salió el estrato’, y hay que cambiar esos paradigmas porque terminan siendo trampas de pobreza”.

La única dificultad que tiene el Distrito para la actualización del modelo es el tiempo. El contrato debería estar terminado a finales de noviembre o principios de diciembre y lo que entrega Planeación es un proyecto de decreto. Sin embargo, como se aplica tres meses después de expedido el decreto, el gobierno Peñalosa no lo alcanzará a dejar en marcha y la tarea quedará en manos de la próxima administración, que podrá hacerle ajustes o simplemente desecharlo.

Tras 23 años y más de 10 intentos fallidos, el Distrito espera renovar por fin el modelo en Bogotá, no solo para ser pioneros en el país, sino para poner a la capital a tono con el resto de países, en los que todo está diseñado para que en un mismo barrio puedan vivir personas de todas las clases sociales.

 

 

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